LAS FAMILIAS ¡ACAMPAN CON GANAS!
Por fin llegó el fin de semana de las familias.
Es el fin de semana de pasar revista, de comprobar que
nuestras criaturas siguen en pie, que la suciedad y el polvo no les molestan,
que están tan pichis durmiendo al aire libre, que los calcetines que no
encuentran, resulta que ya no hacen falta… y podría seguir enumerando todos los
descubrimientos que hacemos en esas 48 horas de aproximación a la forma de vida
scout en su hábitat natural.
Es el fin de semana en que las familias llegamos de visita, solo
un ratito, y con ganas nos quedaríamos allí hasta el último día.
Y es que el MB68 es la familia más grande y más bonita que vamos a tener nunca, y
es una suerte inmensa poder ser parte de ella. Una familia que crece, que
cambia, que acoge, que añora, que recuerda, y que guarda en su álbum de fotos
la historia de muchas personas a las que tanto queremos.
Para los que no lo sepáis, algunas familias estaban ya por
los alrededores los días antes, y compartieron paseos, rutas, excursiones,
cenas y encuentros. El viernes escuché que alguien decía: “Yo voy a hacer esto
todos los años, a partir de ahora. ¡Qué bien me lo he pasado estos días!”
El sábado al medio día comenzó la agenda oficial. Hay que agradecer mucho a Diana toda la gestión de la reserva para la comida conjunta: buscar el restaurante, el excel con los menús, anotar los horarios de llegada, tener en cuenta a las mascotas… y todo con alegría y tranquilidad. Jolín, Diana, ¡eres una planificadora de eventos increíble!
La comida fue un éxito, estaba riquísima y el ambiente fue
maravilloso. Y aunque hay quien dijo para sus adentros: “yo no voy a poder con
un cocido de primer plato y cabrito asado de segundo”, resultó que sus adentros
estaban altamente cualificados para ambos platos, con bien de pan, un postre y un
café. Y aunque también hay quien dijo, horas después, en voz alta: “uy, yo esta
noche no voy a cenar nada, que he comido mucho, y hay que dejar descansar al
metabolismo”, hay testimonios que aseguran que ese metabolismo no descansó lo
esperado.
Pero vayamos a la visita del sábado por la tarde. Una parte de las
familias llegaron con sus furgonetas, sus tiendas de campaña y sus dispositivos
de alta tecnología campista, dispuestas a montar su campo base, a una distancia
prudencial.
La campa resultó ser perfecta para todo. Para aparcar, para acampar, y para celebrar lo que venía después.
La visita de la tarde permitió a las familias admirar la
solidez de las construcciones (olé y olé a ese tejado de la cocina, más
simétrico que nunca), la maravilla de las mesas nuevas, esas letrinas que dejan
sin palabras, y el interior de las tiendas de campaña, cuidadosamente ordenadas
y limpias para la visita. Las familias más veteranas admiraron las mejoras que
año a año se acometen, y a las familias recién llegadas las vimos con lágrimas
en los ojos (yo creo que de profunda admiración y completa felicidad).
Esa noche pasaron muchas cosas, porque es la noche de las velas.
La antiguamente llamada “vela de armas” scout es una ceremonia de compromiso donde se reflexiona sobre el compromiso scout y su significado antes de hacer la Promesa. Es un ritual simbólico en el que se manifiesta la preparación personal y moral para unirse con conciencia plena a la comunidad scout.
Hay dos momentos importantes en este proceso, en Manada y a
partir de Tropa.
En la Manada los lobatos y lobatas hacen la Promesa para
cumplir la Ley de la Manada. Esa noche, en el Consejo de Roca, junto a los
Viejos Lobos y Lobas, reflexionan sobre sus compromisos: decir siempre la verdad, estar alegres y sonrientes, pensar en los demás y, como
dice su lema: “Haremos siempre lo mejor”
A partir de Tropa, cada persona puede libremente decidir si
quiere hacer la Promesa Scout. La promesa es un compromiso personal, con una
misma, y con el resto de la comunidad, que se adquiere cuando la persona se
siente preparada. La Vela de una scout que quiere hacer la Promesa se celebra
la noche antes, y se reúnen junto a ella las personas del grupo que tienen hecha
su Promesa, contribuyendo con sus preguntas y reflexiones a tomar conciencia
del paso que se va a dar. Las velas se suceden una a continuación de la otra,
pudiendo durar hasta el amanecer.
Para hacer la Promesa se eligen una o dos madrinas y/o padrinos. ¡Qué importante es esa figura en la historia personal de cada scout! Con qué cariño se elige a las madrinas y padrinos y qué vínculo tan fuerte se forja. Nunca en la vida se olvida quién te acompañó el día de tu Promesa, y quién puso su mano sobre tu hombro, para decirle al mundo que confiaba plenamente en ti.
Por eso el día de familias tienen esas caritas. No es solo el sueño. Es el resacón emocional de todo lo compartido la noche antes.
Durante las velas, esa noche de sábado, las familias acampadas compartieron su cena, e hicieron frente a las incursiones de hambrientas criaturas nocturnas, que salieron a buscar víveres.
Se compartieron recuerdos y confesiones, se echó muuuucho de menos a quienes faltaron este año (los gofres no saben igual sin Mery) y se anticiparon algunas inminentes despedidas, (Javi, Rosa...) que ya empiezan a doler. Y es que los vínculos que forman las familias, también son para siempre.
Nuestras cámaras han captado, por primera vez, el excepcional instante en el que se forja un vínculo entre familias, dando lugar a lo que luego será un recuerdo imborrable.
Al día siguiente ya estábamos todos y todas. Familias, viejas glorias, scouts presentes y scouts futuros. La ilusión del reencuentro con las familias es maravillosa. El trajín de las carpas, las neveras, las mesas y las sillas, preparando todo y dejándolo listo para empezar las promesas, cada año se nos da mejor.
Las promesas comenzaron puntualmente a la hora exacta en la que se decidió que comenzaran. No sabría decir, ahora mismo, qué hora fue esa.
Reunidos alrededor del corro pudimos ver a las castoras y castores, con sus pañoletas verdes, inaugurar el solemne acto. La promesa de las lobatas y lobatos, troperas, troperos, pioneras, pioneros, y clan se fueron sucediendo.
Un pionero nos ha enviado el texto de su Promesa, y nos ha dado permiso para transcribirla:
"Prometo seguir adelante si algún día se plantan dificultades en mi camino, impedir que me atormenten errores insignificantes del pasado, y no dejar de pelear por lo que quiero. Prometo apoyar y estar al lado de aquella gente que quiero y que sé que me va a dar la mano, si algún día la necesito. Prometo darme cuenta y salir de aquellas situaciones que me hagan estar mal con mi entorno, y llevar fuera del grupo lo aprendido estos años"
Quien ya ha estado alguna vez en torno a ese círculo, ya sabe de la emoción de ver a nuestros niños y niñas tomar parte en este acto. En cada vuelta al círculo, cada mirada, cada palabra, cada saludo scout, cada abrazo, y cada lágrima se agolpa la inmensa felicidad de saberse una parte valiosa del grupo. Es la fuerza de la tribu, sobre la tierra firme y bajo el cielo abierto, que reconoce y abraza a todos sus miembros.
Por eso son cientos las personas que estuvieron este domingo alrededor del círculo, presentes físicamente o a través de su legado. Honramos la historia del MB68 y recordamos los rostros y las enseñanzas de quienes nos precedieron, celebrando quiénes somos.
No voy a contar más. Hubo caídas accidentales al río. Hubo felicitaciones, regalos y muchas fotos. Empezaron a llegar cajas y cajas de pizzas , y se hizo la hora de comer. Se desató el festín, y quienes no tenían por allí a sus familias, mientras pedían comida con insistencia, aseguraban que "lo mejor es no tener padres, porque la dieta es más variada". A juzgar por sus platos rebosantes, la dieta fue variada, abundante, casera y mediterránea.
Tras la comida, llegó el guitarreo, con el talento de Chikay, al compás de otros instrumentos como el teclado, la melódica, las palmas y otros tantos acompañamientos improvisados. Algunas se sabían la letra de las canciones, otras no. Algunos hacían los coros, otros cerraron los ojitos...
Y allí dejamos a nuestras y nuestros valientes scouts, con los brazos abiertos, los corazones rebosantes, las neveras llenas y un montón de ganas de aventuras. Hay muchas, muchas más fotos, muchas y muchas más anécdotas, así que no dudéis en compartir en los comentarios aquellos recuerdos que no queréis que se olviden.
«Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.»
Mario Benedetti
Gracias por continuar compartiendo la emoción y la magia.
ResponderEliminar¡Buenas caza y largas lunas!
Felipe